Compartir tu práctica con la familia
Mindfulness en familia: un regalo para grandes y pequeños
En un mundo lleno de prisas, pantallas y tareas constantes, encontrar momentos de calma se vuelve esencial. El mindfulness nos invita a detenernos, a estar presentes en el aquí y ahora, y hacerlo en familia puede convertirse en una experiencia transformadora.
¿Por qué practicar mindfulness en familia?
Compartir esta práctica con nuestros hijos nos permite no solo enseñarles a gestionar sus emociones, sino también crear un espacio de conexión y escucha mutua. El mindfulness ayuda a:
Reducir el estrés y la ansiedad tanto en adultos como en niños.
Mejorar la concentración y la capacidad de atención.
Fortalecer los lazos familiares a través de la calma compartida.
Cultivar la paciencia, la empatía y la autocompasión.
Cómo introducir el mindfulness con niños
Practicar mindfulness no requiere grandes preparativos. Lo importante es adaptarlo a su edad y hacerlo divertido. Algunas ideas sencillas:
La respiración del globo: imaginar que el abdomen se infla y se desinfla como un globo.
Escuchar los sonidos: cerrar los ojos y reconocer cuántos sonidos distintos hay alrededor.
Caminar en silencio: dar un paseo prestando atención a los pasos y a lo que se siente bajo los pies.
El tarro de la calma: un frasco con purpurina que, al agitarse, representa las emociones; esperar a que la purpurina baje ayuda a aprender a calmarse.
El valor de hacerlo juntos
Cuando padres e hijos practican mindfulness en conjunto, se genera un ambiente de mayor comprensión y respeto emocional. Los niños aprenden observando, y ver a los adultos detenerse, respirar y estar presentes es el mejor ejemplo que podemos darles.
Un camino hacia la calma compartida
El mindfulness en familia no se trata de perfección, sino de pequeños momentos de conexión. Dedicar unos minutos al día a esta práctica puede marcar una gran diferencia en el bienestar de todos los miembros del hogar.